- Detectar un problema o necesidad. Lo podemos conseguir observando de forma crítica nuestro entorno.
- Definir el problema. Por ejemplo escribiendo claramente la situación que pretendemos resolver y especificar las características que deberá tener el producto-solución.
- Investigar. Se recopila, analiza y seleccionada la información que pueda resultar útil para resolver el problema que nos hemos planteado. La búsqueda de información puede realizarse preguntando a la gente, mirando objetos similares, consultando libros…
- Explorar ideas. Debemos de tener en cuenta que las soluciones son únicas, es decir, nuestro producto puede tener múltiples formas y funcionar diferentes maneras.
- Concretar la solución. Es el momento de elegir la alternativa que mejor se adapte a lo que pretendemos conseguir. Hay que considerar quién y cómo lo utilizará, seleccionar las soluciones que resulten más económicas y fáciles de realizar.
- Planificar. Se concretan las tareas y los medios necesarios para poder construir el producto.
- Construir. Procedemos a la realización de las distintas piezas componentes, al montaje de las mismas y a la ejecución de los remates y acabados.
- Comprobar el resultado. Es el momento de probar si el producto construido responde adecuadamente a su finalidad.